Todos los sábados a las 23hs
El conductor reflexiona sobre las frustraciones que enfrentamos en la vida

"Gataflorismo", la reflexión final de Dante Gebel en el debut de su programa

El conductor aprovechó los minutos finales para hablar de las frustraciones que todos atravesamos.

"Todos nos hemos frustrado, nadie ha logrado o alcanzado todo en la vida", relata Dante Gebel en su prédica final. Es que una de las secciones estrellas del programa también tiene que ver con reflexionar sobre situaciones que enfrentamos en algún momento y que no necesariamente son de las que queremos recordar. "Hay que reconocer que hay ciertas cosas que no volverán a repetirse y otras que jamás van a suceder, pero son parte de nuestra historia", agrega. 

Para Dante Gebel profundizar sobre estos temas es moneda corriente, ya que lo hace cada domingo frente a la congregación de su iglesia River Church. Sin embargo, esta vez, lo religioso pasa desapercibido ya que aborda un tópico universal: la frustración. "Por lo general, es el miedo el que nos hace fabricar un catálogo sobre qué podemos y qué no podemos", analiza. 

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Bossi disparó contra Maluma, Ricky Martin, Camilo y Piqué 

"No tenemos satisfacción de los logros porque olvidamos el esfuerzo y el recorrido que hicimos, los procesos que tuvimos que atravesar, la lucha, las dificultades. Recordar eso, nos ayuda a valorar y disfrutar mucho más los logros obtenidos", cierra el conductor. 

Un programa conducido por Dante Gebel desde Hollywood. El show contiene entrevistas profundas y distendidas a distintas personalidades del medio.

La reflexión completa de Dante Gebel sobre el "gataflorismo"

Y ahora llegó este momento donde vamos a tratar de pensar juntos un poquitito, tampoco muy complicado, pero para irnos a la cama pensando en algo bueno. Imagina que conseguiste el trabajo que siempre quisiste y que solo lo consigue uno entre miles de candidatos. O te compraste un departamento con un crédito, mucho remo, o el autito, uno chico, viste que gasta poco, que te sigue a todos lados. No es el auto, pero basta de colectivo, de tren, de subte. O te fuiste un fin de semana a la costa, ponele, para desconectar. Bueno, disfrutalo mientras dure la ilusión, porque hay un estudio que dice que el período de satisfacción después de encontrar una nueva meta, dura menos de un año.

No quiero amargarte por ese nuevo trabajo, tu departamento, tu autito, el viaje a la costa que tanto deseabas hasta hoy. A partir de mañana, desgraciadamente, se va a convertir en la meta soñada que tenías hasta ayer. Después vas a querer ser el CEO de la empresa. En cuanto al departamento, bueno, vamos por otro crédito. Capaz que para la casa en el country. El autito ya tiene muchos peros, pero anda despacio, pero en tramos apretados. Pero salieron modelos nuevos, pero queda mucho aceite. Y entonces la nueva meta es el auto nuevo, fin de semana en la costa no me llena, ahora Miami. Eso se llama la adaptación hedonista, que es la característica de que te cansas enseguida de esas cosas buenas que nos ocurren. Es decir, somos felices, pero solo por el ratito que dura el haber cumplido un objetivo. Y siempre queremos más. Siempre. Nada nos conforma por mucho tiempo. Viste, como el burro y la zanahoria. En nuestro caso, nos colgamos frente a nuestras narices una nueva zanahoria cada vez que alcanzamos la anterior.

Ahora, ¿por qué se produce esta adaptación hedonista? Bueno, porque tendemos a acostumbrarnos a lo bueno demasiado rápido. Somos inconformistas. La sociedad de consumo nos lleva a que siempre queremos más, que nada nos alcance. Lo bueno dura poco, dice un viejo refrán que resume el efecto que produce justamente la adaptación hedonista. Por ejemplo, un estudio dice que la ilusión de casarse empieza a disminuir dos años después del matrimonio te casas y en los dos años y participaron más de 24 mil personas durante 15 años para examinar cómo impactan los diferentes cambios matrimoniales, positivos y negativos, en los niveles de satisfacción de los individuos. Y la ilusión por estar con la pareja tiende a decrecer porque empiezan a aparecer dudas sobre el cónyuge. Che, ¿este era para mí?¿No me habré equivocado? ¿Por qué no esperé un poco?

Dice en un estudio Sonja Lyubomirsky, que es una reconocida psicóloga e investigadora en el ámbito de la felicidad, ella dice que hay evidencias sobre la adaptación hedonista que sugieren que los amores y los triunfos, al igual que las penas y las pérdidas, se desvanecen con el tiempo. Entonces hay algunas claves a tener en cuenta. A saber, señores. agradecer lo que se tiene en lugar de estar deseando lo que a uno le gustaría tener, o en su defecto, lo que es peor, lo que tienen los demás. Dejar de pensar en uno, dedicar tiempo a ayudar al prójimo, como hoy conocimos la historia de Ringo. Ayudar a los demás es una de las actividades que más feliz hace a los seres humanos. Y darle valor a lo que uno logra conformarse con lo que con lo que uno tiene. Qué ojo, no es de mediocre, es saber apreciar y valorar el esfuerzo que nos llevó hasta ahí. Uno puede mejorar, por supuesto, pero no a costa de despreciar lo que antes deseábamos.

El “seré feliz cuando”, y el ser feliz está al otro lado de la esquina o a la vuelta del camino de la vida, es un camino que lleva sí o sí a la frustración. Había un piloto que iba con el copiloto, obviamente en el avión, y dice el piloto:  “¿Ves ese lago que está ahí abajo? Cuando yo era chico me gustaba ir a pescar ahí y cada vez que pasaba un avión yo levantaba los ojos y decía un día voy a ser piloto y voy a volar uno de esos. Y ahora que estoy volando uno de estos, miro al lago y me gustaría estar pescando ahí”. Eso es el gataflorismo. Entonces todos nos hemos frustrado. Nadie alcanzó todo en la vida.

Entonces hay que reconocer que hay ciertas cosas que no van a volver a repetirse, otras que jamás a ver, jamás van a suceder. No son parte de nuestra historia. Entonces podemos saldar nuestras frustraciones, sí, en el presente. Hay personas que dicen “no pude ir a la Universidad antes y no voy a hacerlo ahora que tengo 40 años, ya no se puede esto”. Y sí se puede, sí se puede. Con todas las facilidades que tenemos hoy, podemos hacerlo en línea. Otros dicen “no, no formé pareja, ahora ya estoy grande”. Y quedan enganchados en un fracaso, ignorando que todos podemos construir hacia adelante.

Por lo general, es el miedo que nos hace fabricar un catálogo sobre qué podemos y qué no podemos. Nos autoboicoteamos, no tenemos satisfacción de los logros porque olvidamos el esfuerzo y el recorrido que hicimos, los procesos que tuvimos que atravesar, las luchas, el pelearla. Entonces, recordar eso nos ayuda a valorar y disfrutar mucho más los logros obtenidos. Michel de Montaigne, filósofo, escritor y moralista francés del Renacimiento, dijo  que la insatisfacción es el comienzo de toda filosofía y la ignorancia es el resultado, o sea, la insatisfacción para mejorar está bien.

Quizás logramos una meta, pero decimos che, yo podría dar más, podría llegar más lejos- Ahora, si nunca nos alcanza, si somos la gataflora y en cada meta vamos por más, porque lo que anhelamos ya no nos satisface, ahí no. Hay un síntoma que se llama SIC, el síndrome de insatisfacción crónica. Hay gente que lo padece y son incapaces de sentirse satisfechos con la vida, aunque tengan motivos para estarlo. Se aferran a cualquier cosita negativa, por más ínfima que sea. Es como que insisten en ese estado de decepción continua. La mejor definición está en un ejemplo que leí por ahí, optimista, que lo he escuchado siempre de pibe, ven el vaso medio lleno; pesimista ve el vaso medio vacío, estamos insatisfechos y ven un vaso que está ligeramente astillado, con un agua que no está suficientemente fría. Capaz que es de canilla: “Yo pedí agua de botella y además hay una mancha en el borde. Supongo que por qué no limpiaron bien el vaso y ahora me voy a terminar infectando con un virus”. Ese es un caso de insatisfacción crónica. Es cuando perdemos la capacidad de disfrutar cosas que nos hacían felices.

Un campesino, cansado de la rutina del campo y de tanto trabajo, un día decide vender su chacra. Entonces no sabía cómo redactar el aviso clasificado. Como tenía un vecino que era poeta, le pide el favor y dice: “Yo sé que esto no tiene que ver con su trabajo, pero le pido que me redacte. Son tres líneas. Redacte el aviso de venta de la chacra, estoy harto de trabajarla, estoy harto de estar acá y quisiera venderla”. Y el poeta dice: “Por supuesto”. Y le escribe: “Vendo un pedacito de cielo adornado con maravillosas flores, salpicado con verdes árboles, excelentes campos, además de un cristalino río que riega las praderas con el agua más pura que jamás se haya visto”. Y el poeta se fue. Cuando Vuelve, decide visitar al nuevo vecino, pensando que el tipo que le pidió el aviso se había mudado. Tal fue la sorpresa que el campesino estaba todavía trabajando la chacra. Le dice: “Vecino, ¿no se iba a ir de la chacra?. Y el tipo le dice: “No, ni loco. Después de leer el aviso que usted me hizo, me di cuenta de que vivía en el lugar más maravilloso de la tierra, que no existe otro mejor”.

Señores, no esperemos a que venga un poeta para hacernos un aviso que nos diga lo maravillosa que es nuestra vida, nuestra casa, la familia, que no es la familia pero es una, la que tengamos. Vamos a dar gracias a Dios porque tenemos vida, porque tenemos salud, esperanza, porque tenemos podemos respirar, lo cual es un lujo en tiempos de pandemia y que podemos seguir, por sobre todas las cosas, seguir pasándola bien todos los días. No nos olvidemos, nacimos para ser felices, no para ser perfectos. Nos vemos la semana que viene. Gracias por acompañarnos. Que Dios te bendiga y que tengas una divina noche. Hasta el próximo martes.

¡Mirá el video completo! 

Temas que aparecen en esta nota:

Si te interesó, compartilo

Más para ver