Volvió el circo

Arrancó oficialmente la época más esperada por la televisión argentina: la del casting de Gran Hermano, ese safari urbano donde aparecen personajes que parecen llegados de otro planeta, pero juran que esta vez sí, esta es la suya. Y como no podía ser de otra manera, Bendita estuvo ahí para retratar el desfile de ilusiones, delirios y frases que ya son patrimonio cultural.

Filas eternas, esperas de más de 20 días, sueños incubados durante 24 años y una convicción inquebrantable: “yo ya estoy adentro”. Desde el que se autopercibe finalista antes de pasar el primer filtro, hasta el que asegura que la mejor escuela del mundo fue “la calle”, el casting volvió a confirmar que GH no busca jugadores… busca personajes.

Entre confesiones espontáneas, peleas improvisadas, señoras indignadas y aspirantes que no saben bien para qué se anotaron, el clima fue una mezcla perfecta de ansiedad, exceso de fe y respuestas que no resisten repregunta. “No lo pensé nunca en mi vida”, admitió uno cuando le preguntaron por qué quería entrar. Sincericidio puro.

Así, mientras algunos piden respeto por “las ilusiones de la gente” y otros ya discuten en la fila como si estuvieran en placa, Gran Hermano vuelve a demostrar que antes de entrar a la casa, el verdadero show está afuera. Y Bendita, como siempre, levanta la lupa y dice: agárrese, Doña… porque los marcianos ya aterrizaron.

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