Internas familiares

El hallazgo de los cuerpos de Brenda Loreley Del Castillo (20), Morena Verri (20) y Lara Morena Gutiérrez (15) en una vivienda de Florencio Varela generó conmoción en todo el país. Las jóvenes habían sido vistas por última vez el viernes 19 de septiembre y, tras varios días de búsqueda, fueron encontradas enterradas en un pozo ciego. El triple femicidio desató un profundo dolor social y multiplicó los reclamos de justicia.

 

Sin embargo, el impacto de la tragedia no se limitó al espanto por el crimen. Entre las familias de las víctimas comenzaron a aparecer tensiones que se hicieron públicas. A la angustia por la pérdida se sumaron reproches y acusaciones que reflejaron un clima de división en medio del duelo colectivo.

 

En las últimas horas, se denunció que la casa de una de las jóvenes recibió disparos, un hecho que agudizó el temor y la desconfianza entre los allegados. La violencia externa reavivó la tensión interna, donde las dudas y sospechas cruzadas terminaron de fragmentar el vínculo entre los familiares.

 

La fractura se hizo evidente en la movilización que exigió justicia: mientras una parte de los asistentes marchó en conjunto, los parientes de Lara decidieron apartarse del grupo que acompañaba a las familias de Brenda y Morena. La división, en un contexto ya marcado por la indignación y la tristeza, mostró las heridas abiertas que dejó el crimen más allá de las víctimas directas.

 

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